Es cierto que este es un caso muy extremo, pero al mismo tiempo constituye una lección muy fuerte. Hay momentos en que se viven situaciones más leves y con todo no es fácil olvidar. Así que, si te preguntas cómo puedes llegar a perdonar, te comparto los siguientes pasos:
1. Deja el orgullo de lado
Primero, pregúntate si el agravio o la falta que te hicieron de verdad te afecta a ti o a tu familia de forma grave, y qué consecuencias puede traer. Si afecta únicamente a tu orgullo, llegó entonces el momento de practicar la humildad.
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2. Sigue la regla de oro
Jesús enseñó en Mateo 7:12: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Recuerda que con la vara con que mides, serás medida. 3. Ponte en los zapatos del otro
Sin que pienses en "Yo sería incapaz de hacer una cosa así", haz un breve cambio de papeles en el que tú seas quién cometa la falta. A ello le llamamos empatía, y la empatía, si no justifica, al menos nos ayuda a comprender a nuestros semejantes.
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4. Busca ayuda profesional
Si tu caso es más severo porque sabes que no es saludable estar mal con una persona, pero por más que haces no puedes perdonarla, acude con un guía espiritual o con un psicólogo. Ellos sabrán cómo apoyarte. Lo más importante es que quieras hacerlo.
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Observa a la gente que no guarda resentimientos y sabe perdonar, así como a quienes hacen todo lo contrario y después realiza un comparativo sobre quién es más feliz. Es seguro que los primeros viven en armonía. Perdonar no es sencillo; sin embargo, cuando perdonas estás en vías de sentir un gran alivio en tu interior y una paz increíble que te permite ser feliz contigo misma y con los demás; pero el no hacerlo te ata, te hace infeliz, te amarga, lo que no sólo te afecta a ti, sino también a los tuyos.