“Si los pecadores quieren engañarte, ¡no se lo permitas, hijo mío!” (Proverbios 1:10).
Luego de más de una década de arduo trabajo, finalmente, el 24 de mayo de 1844, Samuel Morse estaba preparado para compartir con el mundo el primer mensaje enviado a través del telégrafo. Sus palabras fueron sencillas, pero contundentes: “¡Lo que Dios ha hecho!” Morse, un fiel creyente en Dios, no consideró su invento como el resultado obvio de sus incontables noches de desvelo. El mundo tenía que saber que aquello era “¡Lo que Dios ha hecho!” ¿Sabes de dónde sacó Morse esa frase?
Tres mil quinientos años antes de que Morse escribiera esas palabras, Moisés le había dicho al pueblo de Israel: “Contra Jacob no hay brujería que valga, ni valen las hechicerías contra Israel. De Jacob y de Israel se dirá: ‘¡Miren lo que Dios ha hecho!’” (Números 23:23, NVI). ¿Y qué había hecho Dios? Había librado a su pueblo de la esclavitud egipcia, de la magia de los sacerdotes paganos, de los ejércitos del faraón. Él los protegió, los cuidó y los amó mientras cruzaban el desierto y avanzaban hacia la Tierra Prometida. Uno de los hechos más asombrosos es que durante toda la travesía de Israel hacia Canaán, que duró cuarenta años, nunca ni su ropa ni su calzado envejecieron (Deuteronomio 29:5). Es decir, la vestimenta y los zapatos crecían junto con su dueño, sin deteriorarse. ¡Qué maravilloso es nuestro Dios! ¡Está pendiente de cosas tan humanas y tan materiales como nuestro arreglo personal!
Me fascina cómo la versión Dios Habla Hoy ha traducido la última parte de Números 23:23: “¡Cuántas maravillas ha hecho Dios contigo!” ¿No crees que este es un texto para ti? Si bien es cierto que Dios obró milagros portentosos en favor de Israel, no menos cierto es que sigue realizando maravillas en personas como tú. ¿Qué ha hecho Dios en tu vida? ¿Qué milagro ha hecho Jesús en ti? Probablemente has estado esperando que él te abra el Mar Rojo, ¿pero te has dado cuenta de todas las puertas que parecían cerradas para ti y que milagrosamente se abrieron delante de tus ojos? ¿Quieres un milagro más grande que seguir con vida?
Jesús le dijo al endemoniado de Gadara: “Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti” (Lucas 8:39). Él espera que tú vayas y hagas lo mismo.