¿Cómo afecta la violencia en la familia?
Aunque el tema de la violencia que ejercen algunos padres sobre sus hijos se aborda muy poco, es importante que los progenitores conozcamos que sus efectos pueden ser devastadores, ya que los niños o jovencitos que son sometidos continuamente a situaciones de agresiones presentan un debilitamiento gradual de sus defensas, tanto físicas como psicológicas, lo cual se traduce en un riesgo de enfermedades psicosomáticas, depresión o angustia, por lo que debemos permanecer atentos a estas conductas, con el objetivo de identificarlas oportunamente y, sobre todo, actuar a tiempo para aprende a erradicarlas.
En este contexto, de acuerdo con los especialistas que amablemente imparten sesiones en la Escuela para Padres, las necesidades de seguridad del hijo o hija se ven afectadas, haciéndolos sentir frecuentemente vulnerables al maltrato. Así, adquieren la sensación de no ser queridos tal y como son, lo que afecta su autoestima y en que aprendan a mirarse como personas sin valor alguno, que merecen ser agredidas. Esto, a su vez, les infunde la sensación de que no son adecuados y de que no merecen contar con personas, tener cosas o plantearse metas valiosas, lo que los conduce a un fracaso en muchos aspectos de sus vidas.
De esta manera, según nos lo compartió el expositor Miguel Duarte, los niños y adolescentes que son víctimas o testigos de la violencia familiar, frecuentemente, presentan trastornos de conducta escolar y dificultades de aprendizaje.
Paralelamente a esto, se nos enseñó que una de las consecuencias más nocivas de la violencia es que los hijos que aprenden en su hogar modelos de relación violentos tienden a reproducirlos, es decir, a llevarlos a la práctica en sus futuras relaciones y, al convertirse en padres o madres, perpetúan así el problema que padecían en carne propia, lo que se prolonga luego como un círculo vicioso.
Reflexionando un poco sobre el particular, se nos aseguró que, debido a estos patrones de conducta de agresiones que se presenciaron y sufrieron en casa, un alto porcentaje de menores de edad que observan conductas delictivas provienen de hogares donde han sido víctimas o testigos de violencia crónica, de ahí que los padres debemos realizar un examen de autocrítica, apegado a la realidad, para saber si no estamos incurriendo en un modelo de este tipo. Y si es así, buscar ayuda profesional para erradicar esas actitudes que dañan la convivencia familiar.
Algunas de las recomendaciones que nos hizo el especialista van enfocadas a concientizarnos en el sentido de que la mejor forma de evitar la violencia en nuestra familia es practicar los valores y principios que nos llevarán a ser mejores padres y seres humanos… y a nuestros hijos, personas felices y seguras de sí mismas.
También, se nos enfatizó en la importancia que tiene el hecho de apoyar los planes y las aspiraciones de los hijos e hijas, así como su derecho a tener sus propios sentimientos y amistades.
Otra forma de evitar la violencia es el respeto mutuo, de tal manera que los progenitores tenemos la obligación de escuchar a los hijos sin juzgarlos, de tratar de entenderlos y generar apoyo recíproco. Se nos sugiere darle valor a sus opiniones, con lo que no es válido descalificar ni despreciar sus argumentos.
Y aunque para muchos padres será una tarea difícil, debemos reconocer los errores ante los hijos y asumir la responsabilidad de nuestras acciones, incluso cuando hayamos ejercido violencia. Deberemos ser humildes y comunicarnos con ellos de manera honesta y abierta.
En relación con los quehaceres de la casa, se recomienda una distribución justa e igualitaria del trabajo doméstico entre todos los miembros del hogar.
Un aspecto muy relevante tiene que ver con un comportamiento sin amenazas, por lo que se sugiere hablar y actuar de tal manera que todos en la familia se sientan en libertad de expresarse, que no se sientan con miedo, sino con derecho a opinar, aunque su punto de vista sea completamente diferente.
Sobre las responsabilidades, la madre y el padre tendrán que ponerse de acuerdo en las tareas y actividades en las que ambos puedan aportar su tiempo para cuidar y educar adecuadamente a los hijos.
Otro rubro que debe tomarse en cuenta es el relativo a los ingresos económicos que hay en el hogar, dependiendo de si ambos trabajan o si solo uno de los cónyuges percibe un sueldo para el sostenimiento de la casa. En este contexto, se recomienda tomar conjuntamente con la pareja las decisiones sobre cómo se utilizará el dinero. Se deberá determinar, de común acuerdo, cómo se cubrirán los gastos y no comprometerse con gastos personales o familiares que vayan más allá de las posibilidades.
Para finalizar, se nos recomendó buscar soluciones satisfactorias y de mutuo acuerdo cada vez que se genere un problema dentro o fuera del hogar. “Deben aceptar que no hay una sola ‘verdad’ ni una sola opción de resolver los problemas”, se nos subrayó en la sesión.
Es importante, se nos hizo hincapié, promover un ambiente familiar en el que predominen las expresiones de afecto y apoyo mutuos, pues todo ser humano tiene el derecho a vivir en una atmósfera de respeto, armonía y paz. Asegúrate de que así sea en tu familia, terminó el mensaje de la exposición.